Enmudecida, enfurecida
Enmudecida
enfurecida…
A
puntapié huyes
sin más
carga que el dolor
pesado y
odioso dolor
del
silencio.
La mirada
perdida en un futuro impronunciable
y tus
brazos pendiendo, molestos,
por las
caricias que guardaste a causa del amanecer.
Callada
ofuscada…
porque el
destino te trajo al dolor
y te
arrastró a un antro en madrugada.
Ahí
escuchaste las primeras trovas
ofreciste
desinteresada los primeros besos
te
leyeron los últimos versos
antes de
huir
en
silencio.
El sol se
coló, otra vez, por la hendija más torcida
tiñó tu
pelo castaño
y pintó
una parte de amarillo.
Nunca te
dije lo bien que te quedaba.
Tampoco
te dije que te quedaba lindo ese vestido
ni que
eras más linda sin pendientes.
Serena
molesta…
Me
ofreciste tres desnudos y ninguna despedida
trecientos
caballos de cristal que tuve miedo de romper
y una
bocanada de sexo que nunca terminé de digerir.
Revolví
mi pasado
sin
encontrar las formulas extrañas
que
coincidieron en la presencia desconocida de conocernos.
Tus ojos
se achinan con la luz de la mañana
y un
bache nos trae de regreso al mundo.
La
despedida
enojada
en
silencio.
Sonriente.
Inédito, 2019.
Fotografía Agustina Ondano